domingo, 26 de diciembre de 2010

El Gozo de Dios

Introducción

Debo confesar que nunca he considerado mucho aquella ‘cara sonriente’ que vemos en algunas pegatinas y en cartas. En particular, nunca he considerado aquella ‘cara sonriente’ como un logo o un símbolo cristiano. Lamentablemente, si se conociera la verdad, mucha gente piensa de Dios como alguien con el ceño fruncido. Dios odia el pecado y si comprendo correctamente las Escrituras, incluso Él odia a los pecadores. Él es un Dios de ira que está enojado con los pecadores. Pero esta es sólo una de las emociones de Dios; sólo un aspecto de Su personalidad. Dios es también un Dios que encuentra un gran placer en Sus criaturas y en Su creación. Nuestro Dios es tanto gozoso como la fuente de nuestro gozo. Cuán agradecidos deberíamos estar por este atributo de nuestro gran Dios.

En la medida que uno lee los numerosos trabajos que existen sobre los atributos de Dios, el tema del “gozo del Señor”, con frecuencia no se encuentra. Por alguna razón, “el gozo del Señor” parece ser un aspecto de la naturaleza y personalidad de Dios tratado con negligencia. Años atrás, uno de mis profesores del seminario, nos hizo prestar atención sobre este asunto, al referirse a 1ª Timoteo 1: “conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para os transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado” (1ª Timoteo 1:9-11; énfasis del autor).

La palabra bendito usada aquí por Pablo, es el mismo término que empleó nuestro Señor en el Sermón del Monte, que es “bendito” en le Versión King James, la Nueva Versión King James, la NIV y la NASB. La versión J.B. Phillips y otras pocas, describen a este término como “feliz”.
Desafortunadamente, la palabra ‘feliz’ ha sido redefinida y tan trivializada en nuestra cultura que no debe sorprendernos que dudemos emplearla con referencia a los cristianos o con nuestro Dios. Aún así, creo que debemos redefinirla e intentar darle el verdadero sentido al término. Sin embargo, ahora estaremos más a salvo usar el término ‘gozo’, término usado con mayor frecuencia con relación a Dios y a los cristianos. En Nehemías, encontramos esta declaración familiar: “porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10).

domingo, 19 de diciembre de 2010

La Paz que Cristo da a sus verdaderos seguidores

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe  vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14:27)

ESTAS palabras forman parte de la conversación más cariñosa y conmovedora que Cristo tuvo con sus discípulos la misma noche que fue traicionado, sabiendo que iba a ser crucificado el día siguiente. La conversación comienza con el verso 31 del capítulo 13, y continua hasta el final del capítulo 16. Cristo comienza su discurso después de hablarles acerca de su partida, después de haber instituido y administrado el sacramento de la cena, y después de que Judas se hubiera ido, y ningún otro quedara sino sus verdaderos y fieles discípulos, a los cuales él ahora se dirige como a sus queridos hijos. Esta fue la última conversación que Cristo tuvo con ellos antes de su muerte. Como se trataba de su discurso de despedida y como también se trataba de su postrer discurso, por ello entre muchos relatos es el más notable de los que están registrados en nuestras Biblias.

Es evidente que esta conversación causó una profunda impresión en las mentes de los discípulos y suponemos que también lo fue de una manera muy especial en la mente de Juan su discípulo amado, cuyo corazón estaba especialmente lleno de amor por él, y quien había estado reposando en su pecho. En esta conversación Cristo les había dicho a sus queridos discípulos que partía, lo que les llenó de tristeza y pesadumbre. Las palabras de este texto son dadas para consolarles y para aliviar su tristeza, les confirma con la promesa de la paz que les dejará y que tendrán en él y con él cuando se haya ido.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Todo Lo Que Es Nacido de Dios Vence al Mundo

Una Perspectiva De La Primera Carta De Juan

1 Juan 5:1-5

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de El. 2 En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. 3 Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos. 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 5 ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Nos acercamos al final de nuestra serie de mensajes sobre el nuevo nacimiento. Aun nos queda enfocarnos, durante varias semanas, en los efectos o evidencias del nuevo nacimiento: ¿Cuáles son las señales, en nuestra vida, de que Dios nos ha hecho nacer de nuevo? Luego, terminaremos analizando sus implicaciones para el evangelismo. Si Dios es quien decisivamente causa el nuevo nacimiento en los corazones de los pecadores muertos espiritualmente, entonces, ¿cuál es el rol de aquellos que aman a los pecadores y quieren verlos salvos? Hacia allá nos dirigimos, Dios mediante, en las próximas semanas.

Ahora, para enfocarnos en los efectos del nuevo nacimiento, nos volvemos hacia el libro de la Biblia que ha sido dedicado, casi completamente, a responder esta pregunta, es decir: la primera epístola de Juan.

En casa tengo un antiguo comentario, de 100 años, sobre Juan, se titula The Tests of Life [Las Pruebas De Vida], su autor es Robert Law.1 Es un buen título, expresa que Juan escribió su carta para dar a la iglesia pruebas, o criterios a fin de saber si tenemos vida espiritual, es decir, si hemos nacido de nuevo.