viernes, 30 de septiembre de 2011

Usted Y Su Desierto

Hoy Dios nos pregunta a usted y a mí: “¿Que tienes en tu mano? ¿Que has aprendido estando fuera del campo de juego? ¿Paciencia? ¿Fe? ¿La capacidad de amar a quienes son difíciles de amar? ¿A confiar en Dios en la adversidad? ¿La vergüenza te ha llenado de amargura, o te ha quebrantado?” David, quen pasó gran parte del tiempo recuperandose del fracaso, afirmó: Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no lo despreciarás tú, oh Dios (Sal.51:17).

Todos debemos morir a lo que es agradable y atractivo; al camino fácil para que tengamos valor de escoger el camino peligroso. F.B. Meyer escrbió que debemos:

Morir para dar fruto: ser mutilados para entrar a la vida, dejar a anuestro Isaac en altar para llegar a ser el Líder de los fieles; apartarnos del huerto iluminado por el sol, para escoger el camino más oscuro y pedregoso; renunciar sin reproche a lo que otros sostienen por causa de un alto propósito que forzado su camino dentro del alma; escoger Getsemaní, el Calvario y la tumba en comunión con el Hombre de las penas; estar dispuesto a renunciar a los amigos, la riqueza, la reputación y el éxito, y encontrarnos cual marinero náufrago en una playa solitaria, porque hemos descubierto alguna visión que nos atrae (Moisés, Grand Rapids: Zondervan, 23).

Cuando un pastor cayó en el pecado de inmoralidad, y se supo, su reputación quedó arruinada y aparentemente su carrera acabada. Encontró trabajo en una bodega, una ocupación para la cual estaba, por no decir más, sobrecalificado. Apenas unos pocos amigos cristianos lo acompañaron durante la experiencia. Nadie se arriesgaba a recomendarlo a en otra iglesia, aunque él se había arrepentido.

Talentoso, educado, y calificado para el ministerio, ahora era un donnadie, rechazado y desconocido. Pudo haberse resentido; sin embargo, comenzó a servir a Dios desde donde se encontraba, y empezó a asistir a una iglesia, primero como visitante, luego como miembro, y despues de un tiempo como maestro de escuela dominical. Era fiel en lo que hacía y pasaba mucho tiempo en silencio ante Dios.