sábado, 27 de noviembre de 2010

Debilidad que es fuerza

Es por demás conocida la escena que Lucas nos describe. Los apóstoles pasaron la noche pescando y no cogieron nada. Cristo aparace en el lago de Genesaret y dice que echen nuevamente las redes. Aunque un poco obstinados Pedro y sus compañeros obedecen. Y sucede el milagro. Cogieron peces en tal cantidad que la red se rompía...Asombrado Simón Pedro se arroja a los pies del maestro exclamando: Señor, apártate de mi que soy un hombre pecador.Un acto de humildad fue el acto de Pedro, confesándose débil, humano, pecador.

Señor, meditando en la humildad de Pedro y en la pesca milagrosa en el lago de Genesaret he encontrado la más consoladora de las verdades. He llegado a la conclusión de que la fuerza de mi cristianismo, de mi trabajo, de mi testimonio y de mi servicio en el ministerio nace, en gran parte, de mi debilidad, de mi lado humano, de mi propio pecado...
Ser inmaduro, vulnerable, herido, me hace mas cercano a mis hermanos. Esclavizado también por las limitaciones humanas,comprendo mejor a mis hermanos esclavizados. Mi experiencia existencial no es diferente de la mayoría de los mortales, lo que me hace posible adivinar con mayor facilidad lo que el otro esta pasando y sintiendo. Es muy difícil para un rico entender a un pobre, Es necesario ser pobre para sintonizar con los pobres...

domingo, 21 de noviembre de 2010

The touch of the Master's Hand

"Twas battered and scarred, and the auctioneer
Though it scarcely worth his while
To waste much time on the old violin,
But held it up with a smile.
"What am I bidden, good folk?" he cried,
Who'll start the bidding for me? A dollar-a dollar-then two, only two-
"Two dollars, and who'll make it three?
"Going for three"-but no-
From the room far back, a gray-haired man
Ceme forward and picked up the bow,
Then, wiping the dust form the old violin,
And tightening the loosened strings,
He played the melody pure and sweet
As caroling angel sings.

The music ceased, and the auctioneer,
With a voice that was quiet and low,
Said, "Now what I bid for the old violin?"
And he held it up with the bow.
A thousand dollars-and who'll make it two?
Two thousand-and who'll make it three?
Three thousand once-three thousand twice-
"And going-and gone," cried he.
The people cheered, but some of them cried,
" We do not understand.
What changed its worth?"
Quick came the reply,
The touch of the Master's Hand."

jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Qué tan bueno tengo que ser para ir al cielo?

Mucha gente entiende que participar en la maldad nos separa del cielo. Pero muy pocos ven que la Biblia también enseña que hacer el bien no nos deja entrar. Ninguno de nosotros puede ganar suficiente mérito para merecer el cielo. Somos pecadores, y el estándar de Dios es la perfección total. Jesús dijo, “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:20). También agregó, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).

¿Entonces quién puede ser salvo?

Los discípulos le hicieron a Jesús esa misma pregunta (Mateo 19:25). ¿Su respuesta? “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (v. 26). En otras palabras, nuestra salvación no es algo que podemos lograr. Es algo que Dios debe hacer en nosotros.


¿Qué si dejo de pecar ahora y nunca peco otra vez?


Estamos desesperadamente en esclavitud al pecado y no podríamos dejar de pecar no importa qué tanto lo intentemos. La Escritura dice que aun nuestros corazones son engañosos y desesperadamente viles (Jeremías 17:9). En otras palabras, somos pecadores hasta lo más profundo de nuestro ser. Además, un solo pecado sería suficiente para destruirnos para siempre: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10). Pero aun si no pecamos desde este momento, todavía cargamos la culpa de nuestros pecados pasados. Y “la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Caleb

Caleb, cuyo nombre significa valor, determinación, ¡tipifica a la persona que se aferra al Señor! Caleb era inseparable de Josué, representando así al que continuamente camina con el Señor haciendo caso omiso de las distracciones de la vida.

Caleb había acompañado a los espías al otro lado del Jordán, cuando el Espíritu Santo lo dirigió hacia Hebrón – “el lugar de muerte.” Abraham y Sarah estaban enterrados allí, como también Isaac y Jacob y los patriarcas, y años más tarde, el reino de David comenzaría allí. Con asombro Caleb escaló esa sagrada montaña y la fe inundó su alma. Él valoró essantificado lugar, y desde ese momento en adelante, él quiso que Hebrón fuese su posesión.

Se nos dice de Caleb que él “decidió ir detrás de Dios” (Números 14:24). Él nunca desmayó hasta el final, y a sus ochenta y cinco años de edad él podía testificar: “Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para combatir, para salir y para entrar” (Josué 14:11).

viernes, 5 de noviembre de 2010

La Soberanía de Dios

NINGUNA DOCTRINA ES MÁS DESPRECIADA por la mente natural que la verdad de que Dios es absolutamente soberano. El orgullo humano aborrece la sugerencia de que Dios ordena todo, controla todo, y gobierna sobre todo. La mente carnal, ardiendo en enemistad en contra de Dios, aborrece la enseñanza bíblica de que nada sucede a menos de que sea de acuerdo a Sus decretos eternos. Sobre cualquier otra cosa, la carne aborrece la noción de que la salvación es la obra de Dios en su totalidad. Si Dios escogió a aquellos que serían salvos, y si Su decisión fue establecida antes de la fundación del mundo, entonces los creyentes no merecen crédito en absoluto por algún aspecto de su salvación. Pero esto es, después de todo, precisamente lo que la Escritura enseña. Aún la fe es el regalo de gracia por parte de Dios a Sus escogidos. Jesús dijo, “ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Juan 6:65). Ni “al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mt. 11:27). Por lo tanto, ninguna persona que sea salva tiene algo de que gloriarse (Ef. 2:8-9). “La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9). La doctrina de la elección divina está explícitamente enseñada a lo largo de la Escritura. Por ejemplo, únicamente en las epístolas del Nuevo Testamento, aprendemos que todos los creyentes son “escogidos de Dios” (Tito 1:1).Fuimos “predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef.1:11, énfasis añadido). Nos“escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Ef.1:4-5). Somos llamados “conforme a su propósito…Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro. 8:28-30). Cuando Pedro escribió que éramos “elegidos según la presciencia de Dios Padre” (1 Pedro 1:1, 2), él no estaba usando la palabra “presciencia” para decir que Dios estaba consciente de antemano de quien creería y por lo tanto los escogió por la fe que vió de antemano, por parte de estas personas. Sino que más bien, Pedro quizo decir que Dios determinó antes del tiempo conocer y amar y salvarlos; y El los escogió sin considerar nada bueno o malo que pudieran hacer.