Es por demás conocida la escena que Lucas nos describe. Los apóstoles pasaron la noche pescando y no cogieron nada. Cristo aparace en el lago de Genesaret y dice que echen nuevamente las redes. Aunque un poco obstinados Pedro y sus compañeros obedecen. Y sucede el milagro. Cogieron peces en tal cantidad que la red se rompía...Asombrado Simón Pedro se arroja a los pies del maestro exclamando: Señor, apártate de mi que soy un hombre pecador.Un acto de humildad fue el acto de Pedro, confesándose débil, humano, pecador.
Señor, meditando en la humildad de Pedro y en la pesca milagrosa en el lago de Genesaret he encontrado la más consoladora de las verdades. He llegado a la conclusión de que la fuerza de mi cristianismo, de mi trabajo, de mi testimonio y de mi servicio en el ministerio nace, en gran parte, de mi debilidad, de mi lado humano, de mi propio pecado...
Ser inmaduro, vulnerable, herido, me hace mas cercano a mis hermanos. Esclavizado también por las limitaciones humanas,comprendo mejor a mis hermanos esclavizados. Mi experiencia existencial no es diferente de la mayoría de los mortales, lo que me hace posible adivinar con mayor facilidad lo que el otro esta pasando y sintiendo. Es muy difícil para un rico entender a un pobre, Es necesario ser pobre para sintonizar con los pobres...
Señor, siempre que me sumerjo en las aguas profundas del silencio en el algo de Genesaretde la vida, vuelvo a la superficie constatando que no soy un cristiano de clase superior o de estirpe diferente. Me encuentro en el medio. Herido, me identifico con los que también están heridos. Solo ahora, Señor, he aprendido a valorar la frase inconmensurable de San Pablo: " Cuando soy débil entonces soy fuerte "(2 de Co 12, 10). Si yo fuese totalmente adulto, definitivamente equilibrado y santo, por cierto no entendería tan bien a mis hermanos. Tal vez intimidase a muchos asustandolos, distanciándolos, haciendome intangible. Si yo fuese invulnerable, ¿cómo realizar el contacto, la aproximación, el diálogo, la sintonía? Si yo no tuviese cicatrices, ¿cómo entendería las cicatrices de los que me buscan? Esta es una de las paradojas de tu Iglesia, Señor.
Escoges médicos heridos para tratar almas heridas. Escoges consejeros heridos para aconsejar corazones heridos. Escoges consoladores heridos para consolar almas atribuladas, sedientas de paz interior. Si yo fuese perfecto me distanciaría de los demás, viviría en un pedestal demasiado elevado, intangible. Gracias Señor, por el descubrimiento que he realizado. Ser inmaduro, débil, imperfecto, marcado por la flaqueza, es bueno. A lo menos bajo algunos aspectos en la economía misteriosa de la salvación. Siendo débil soy fuerte. Y reconociendo mi flaqueza, que me identifica con mis hermanos, me vuelvo hacia a la verdadera fuerza que emana de lo alto. Antes lloraba mi flaqueza, Señor, hubo tiempo en que sufría demasiado con el lado humano de mi Yo. Ahora agradezco. Con humildad, espiritu de fe y sincera gratitud. Se que me entiendes, Señor...
Otro episodio con Pedro también de protagonista. Cuando estaba para entrar en casa de Cornelio, éste salió a recibirlo, se postró a sus pies para adorarlo. Era el jefe que llegaba, el líder al que todos reverenciaban con el máximo respeto y admiración. Sorpresa. Pedro se mostró humilde nuevamente. Levantando a Cornelio le dijo: -Levantate, hermano mió. También yo soy un hombre...
En el campo de la humildad
nace el milagro a cada momento
y la gente sonríe alegre:
Lo pequeño se hace grande,
los débiles toman aliento
cuando Dios infunde fuerzas
como Padre y nos guía.
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