sábado, 10 de julio de 2010

Expectativas Insatisfechas

¿Tiene expectativas insatisfechas? ¿Hay una necesidad que no ha sido llenada en su vida, o un sueño roto? Algunas veces en nuestras vidas experimentamos obstáculos y fracasos.

Trabajamos para alcanzar una meta, solo para verla frustrada. Tenemos una imagen en nuestra mente de la familia perfecta,
carrera, o estilo de vida-pero lo que tenemos en la vida real nos
desilusiona.

La esperanza y los sueños no son malos -nos inspiran a seguir adelante. Pero cuando los sueños fallan, nos dejan confusos, desilusionados y algunas veces devastados.
Las expectativas insatisfechas son dolorosas. Pueden ser traumáticas, especialmente cuando hemos puesto nuestra esperanza en estas expectativas.
Lea 2 Reyes 5. En este pasaje vemos un hombre que casi se convirtió en la víctima de sus propias altas expectativas. Pero gracias a que estaba dispuesto a subyugar su ego y someterlo a la Palabra de Dios; el experimentó un milagro.

Naamán era un hombre poderoso, pero tenía un problema doloroso: "Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso" (2 Reyes 5:1).

Hay muchas similaridades entre la lepra y el pecado. Como la lepra, el pecado comienza pequeño - con una pequeña mancha - y luego se esparce a través de todo el cuerpo, infectando nuestras facultades, retorciendo nuestro intelecto, pervirtiendo nuestras emociones, endureciendo nuestra conciencia y esclavizando nuestra voluntad. La lepra y el pecado ambas crean una disminución en la sensitividad. La lepra causa la disminución de los nervios centrales y la inhabilidad del sentido del tacto. De igual manera, cuando permitimos que el pecado tome control de nuestras vidas, nos convertimos callosos y entumecidos a la Palabra de Dios.

Durante los días de la Biblia, los pacientes con lepra eran tratados como si ya estuvieran muertos. No había ninguna cura, y los leprosos eran aislados de la comunidad. No tenían esperanza, considerados muertos en vida. Cuando Jesucristo sanó la lepra en los Evangelios, Él no estaba realizando un milagro sino algo inimaginable. El Salvador tocó lo intocable y amó a los que nadie amaba- El sanó a los leprosos cuando la sociedad quería aislarlos. Él los perdonó cuando nadie más podía. Ese mismo Salvador es el único que puede realizar ese milagro en nuestros corazones hoy.

Solo podemos imaginar lo horrible que era la lepra para Naamán - el tenía el poder y la victoria en todas las áreas en su vida, excepto su salud. Afortunadamente, había una esclava hebrea en su casa que le dijo a la esposa de Naamán: "Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra." (2 Reyes 5:3). La fe de esta mujer no estaba en el profeta, sino en el Dios que el servía. El sabía que Jehová tenía el poder de sanar la enfermedad que nadie más podía.

Aun así cuando Naamán conoció a Eliseo, sus expectativas se hicieron añicos. "Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado" (2 Reyes 5:10-12).

Cuando Naamán por fin accedió y se bañó en el Río Jordán siete veces, su piel fue sanada. Este milagro no provino del río, o de las palabras de Eliseo. Este milagro provino del viaje de Naamán hacia el río, porque hay bendición en la rendición a Dios. Hay un milagro en la obediencia- Hay provisión en la sumisión. Hay sanidad en conceder.

¿Qué pecado ha negado en someterle a Dios? ¿Qué desobediencia ha estado racionalizando? Ore a Dios hoy, "Señor Dios, vengo a ti en obediencia. No puedo deshacerme de esto, pero puedo someterlo a ti. Señor, no lo puedo hacer por mi mismo. Por favor ayúdame a hacerlo. Señor, no quiero entregar esto, pero quiero que me ayudes."


Por Dr. Michael Youssef

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