lunes, 17 de mayo de 2021

EL DIOS QUE VE


La doctrina de la providencia es una de las más fascinantes, importantes y difíciles de la fe cristiana. Aborda preguntas difíciles tales como: “¿De qué manera interactúan el poder y la autoridad causales de Dios con los nuestros? ¿De qué manera se relaciona el gobierno soberano de Dios con nuestras decisiones libres? ¿De qué manera se relaciona el gobierno de Dios con el mal y el sufrimiento en este mundo? Y, ¿la oración tiene alguna influencia sobre las decisiones providenciales de Dios?”. En otras palabras, ¿cómo debemos vivir nuestra vida a la luz de la invisible mano de Dios? Comencemos con una definición simple. La palabra “providencia” tiene un prefijo, pro-, que significa “ante” o “frente a”. La raíz proviene del verbo latino videre, que significa “ver”; de esta palabra también viene el término castellano “video”. Por lo tanto, la palabra “providencia” significa literalmente “ver anticipadamente”. La providencia de Dios se refiere a que él ve algo por anticipado respecto al tiempo. 

La providencia no es lo mismo que el conocimiento previo o presciencia de Dios. La presciencia es su capacidad de mirar por los pasajes del tiempo y saber el resultado de una actividad aun antes de que esta comience. No obstante, es apropiado usar la palabra providencia para referirse al gobierno activo de Dios sobre el universo, porque él efectivamente es un Dios que ve. Él ve todo lo que sucede en el universo. Todo está totalmente al alcance de su mirada. Este puede ser uno de los pensamientos más aterradores que un ser humano puede tener: que exista alguien que, como lamentaba Jean-Paul Sartre, es un voyerista cósmico último que mira a través de la cerradura celestial y observa cada acción de cada ser humano. Si hay algo en el carácter de Dios que aleja de él a las personas más que su santidad, es su omnisciencia. Cada uno de nosotros tiene un fuerte deseo de un sentido de privacidad de manera que nadie pueda invadir para husmear en las cosas secretas de nuestra vida. 

En el tiempo de la primera transgresión, cuando el pecado entró en el mundo, Adán y Eva experimentaron inmediatamente un sentido de desnudez y vergüenza (Génesis 3:7). Ellos reaccionaron intentando esconderse de Dios (v. 8). Ellos experimentaron la mirada del Dios de la providencia. Al igual que el montañista de mi anécdota anterior, nosotros queremos que Dios nos mire cuando necesitamos ayuda. La mayor parte del tiempo, sin embargo, queremos que él nos pase por alto, porque queremos privacidad. En una memorable ocasión durante el ministerio de nuestro Señor, los escribas y los fariseos arrastraron a una mujer que habían atrapado en adulterio hasta la presencia de Jesús. Ellos le recordaron a él que la ley de Dios exigía que ella fuese apedreada, pero querían saber qué haría él. Pero mientras ellos hablaban, él se inclinó y escribió algo en el suelo. Esta es la única ocasión registrado de Jesús escribiendo, y no sabemos qué escribió. Pero se nos dice que él se puso en pie y dijo: “Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra (Juan 8:7). Luego siguió escribiendo en el suelo. Ante eso, los escribas y fariseos comenzaron a retirarse, uno por uno.

Aquí estoy especulando, pero me pregunto si Jesús habrá escrito algunos de los pecados secretos que aquellos hombres mantenían celosamente ocultos. Quizá escribió “adulterio”, y uno de los hombres que le era infiel a su esposa se escabulló. Quizá escribió “evasión de impuestos”, y uno de los fariseos que había fallado en tributar al César decidió enfilar a casa. Jesús, en su naturaleza divina, tenía la capacidad de ver de manera penetrante detrás de las máscaras que usaba la gente, en los lugares ocultos donde eran más vulnerables. Eso es parte del concepto de providencia divina. Significa que Dios sabe todo sobre nosotros.

Como observé anteriormente, a menudo esta mirada divina nos parece inquietante, pero el concepto de la visión de Dios, de que Dios nos mira, debería reconfortarnos. Jesús dijo: “¿Acaso no se venden dos pajarillos por unas cuantas monedas? Aun así, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita” (Mateo 10:29). Esa enseñanza inspiró la popular canción “¿Cómo podré estar triste?”. ¿Recuerdas la letra? “Si él cuida de las aves, cuidará también de mí”1 . Yo creo que la autora de esa canción entendió lo que Jesús estaba diciendo: que Dios siempre sabe cuando algún pajarillo cae al suelo. Dios no pasa por alto ni el más mínimo detalle en el universo. Más bien él gobierna el universo con pleno conocimiento de todo lo que está ocurriendo dentro de este. Sí, este tipo de conocimiento íntimo puede ser aterrador. Pero puesto que sabemos que Dios es benevolente y cuidadoso, su conocimiento cabal es un consuelo. Él sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Y cuando surge nuestra necesidad, él a la vez puede y quiere ayudarnos. Para mí no hay nada más reconfortante que saber que hay un Dios de providencia que no solo está consciente de cada una de mis transgresiones, sino de cada una de mis lágrimas, cada uno de mis dolores, y cada uno de mis miedos.

1 De la canción “His Eye Is On the Sparrow”, Civilla Martin & Charles Gabriel, 1905. En español: “¿Cómo podré estar triste?”, trad. Vicente Mendoza.


¿Controla Dios todas las cosas? – R. C. Sproul








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